Tener un jardín en casa nos pone en contacto directo con esa naturaleza a la que tanto le debemos en la vida y que es la responsable de que podamos gozar de ese lado sensible de nuestros espíritus, y que es el lugar al que generalmente escapamos cuando nos sentimos saturados de toda esta modernidad y adelantos que nos rodean.
No todos tenemos la posibilidad de alejarnos de la ciudad constantemente para nutrirnos de energía natural y que debido a los tiempos modernos hemos ido perdiendo. Es por ello que dedicar un área del hogar a la conservación de un jardín nos resulta altamente gratificante, relajante y nos acerca nuevamente al lugar del que en esencia hemos venido.
Se dice que “el que mucho abarca poco aprieta”, y eso también se puede aplicar al hecho de tener un jardín muy extenso en casa, porque difícilmente podremos darle toda la atención y el cariño que se le pone a espacios más pequeños. Aunque debemos reconocer que los verdaderos amantes de la naturaleza llegan a querer estos espacios y a dedicarles gran parte de su vida con verdadero ahínco a pesar de su extensión.
Pero son las casas con jardines pequeños las que de alguna forma nos hacen sentir más en familia, en un espacio más cálido y acogedor, y con la seguridad de poder darle la suficiente dedicación a cada planta y a cada flor de estos espacios naturales.
Para ambientar debidamente estos espacios, simplemente es necesario colocar lo indispensable para ello, tal como ocurre cuando disponemos de pequeñas macetas y arreglos naturales en pequeñas secciones del terreno, a lo que también podemos agregar la piedra como elemento para la decoración de un pequeño camino o piezas decorativas dentro del jardín.
Es un hecho que cada centímetro de tierra será cuidado con gran delicadeza cuando se trata de espacios pequeños, y los resultados del cariño y la dedicación también se verán más pronto en ellos.
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